Cualquiera que haya visto Conan reconoce las cuatro primeras notas de guitarra eléctrica, inconfundibles y siniestras, que marcan el comienzo de la función. Abren ese prólogo sombrío que, siempre antes de la canción, le recuerda con eficacia al espectador la clase de mundo postapocalíptico en el que ocurre la acción. Todos los episodios comienzan igual. Y acto seguido viene la canción. En todos menos el primero, en el que el orden se invierte: comienza directamente con 今地球がめざめる (“La Tierra ahora despierta”), compuesta por Shinichiro Ikebe y cantada a dúo por Yuko Yamaji y Naoyoshi Kamata. Es una oda gloriosa e ingenua, bucólica como la vida que le acompaña en imágenes. Bordada con flauta y al trote sobre un bajo y una batería mas funk que otra cosa, es música imposible en otro lugar y época. Todavía no hay angustia ni apocalipsis, todo es idílico. Podríamos perfectamente estar contemplando la felicidad del final de la serie. Aún no hay nada que temer, o ya no hay nada que temer. Pedro se ha hecho mayor y moreno, y Heidi también, y se han mudado a vivir en una colina junto al mar. Bienvenidos a uno de los mayores hitos del anime japonés de finales de los setenta.
Ahí están, Lana y Conan, disfrutando gustosos de un paseo en barca y de una carrera por las colinas costeras de Nokosarejima animados de forma magistral y conmovedora. Colores simples desgranan delicados matices del sol en el agua. Con líneas básicas se expresan olas y ropa al viento con una elegancia que es a la vez eficaz y exhuberante. La gaviota Tikki, no la subestimemos, revolotea junto a ellos. Ella también es protagonista.
La animación de este fragmento y del resto de la serie es obra del veterano Yasuo Otsuka (director de animación) y de la entonces promesa Yoshifumi Kondo (animador principal). Artísticamente es una prolongación de la fructífera colaboración de estos dos con Hayao Miyazaki e Isao Takahata que había comenzado en Heidi y Marco. En su día destacó porque trasplantaba con éxito el depuradísimo estilo de las series Sekai Meisaku Gekijo en una producción basada en una fuente literaria de ciencia ficción. Hoy en día, su perfecta y analógica artesanía es una especie de fósil viviente que ejemplifica el recetario de lo que ya era en espíritu, aunque todavía no en nombre, el estudio japonés de anime que mayor éxito comercial y artístico ha logrado en la historia del medio: Studio Ghibli.
Y tras el canto a la alegría, sin tiempo para respirar, el relato de la muerte. Ese antes mencionado fragmento que abre ominosamente el resto de los episodios de la serie se ofrece por primera vez al espectador, portador de un mensaje particularmente claro: los clásicos de la literatura infantil europea han quedado atrás.
En Julio del año 2008, una guerra mundial en la que se usan armas súper magnéticas arrasa la tierra y la mitad de su población, hundiendo los continentes en el océano y cambiando la dirección del eje magnético del Tierra. En los créditos, los euroescritores Johanna Spyri y Edmondo de Amicis dan paso al norteamericano Alexander Key, un autor de ciencia ficción mucho más moderno que, si bien también orientaba sus trabajos al público juvenil, no tenía reparos en describir dramáticos escenarios futuros como el presentado en The Incredible Tide, novela publicada por primera vez en 1970, en la cual se basa esta serie.
Los primeros compases narrativos los da la voz del abuelo, escribiendo en su diario. Con la floreciente naturaleza de Nokosarejima de fondo, y preocupado por el futuro, el abuelo reflexiona y revela cómo él y Conan son los únicos supervivientes de un grupo que consiguió medrar en la isla tras estrellarse en ella el cohete con el que intentaban huir al espacio y dejar atrás la destrucción de la guerra. Nokosarejima (のこされ島), mencionada tal cual en la serie, no es un nombre casual. En japonés significa literalmente “isla superviviente”, y es también el título de este primer episodio. Al espectador nos llega clara la idea de que si hay algún humano más vivo en la Tierra, Conan y su abuelo aún no han podido establecer contacto.
Al poco, el impetuoso Conan entra en escena, con preocupaciones más inmediatas que las de su abuelo, como por ejemplo dar caza a un taimado tiburón que está espantando la pesca. Pero lo que ocurre a continuación eclipsa cualquier encuentro con escualos: una hermosa niña aparece desmayada en la playa. Lana es el primer humano que el superdotado Conan, agitado aún tras derrotar al tiburón con poco más que sus manos, ha visto en su vida, aparte de su abuelo, claro.
Por mucho que Conan se empeñe en mirar por la rendija, el abuelo será el encargado de cuidar a la chica, darle de comer y dejar que descanse. La mañana siguiente Conan se levanta temprano para descubrir a Lana recuperada, de pie en la playa. Lana, que está hablando con las gaviotas, también tiene poderes sobrehumanos, pero diferentes a la fuerza y agilidad de Conan. La niña irradia una belleza serena y adulta, como muchas de las heroinas creadas por este círculo de animadores. Es además la portadora de la codiciada noticia: Nokosarejima no es el último reducto de la humanidad, ni mucho menos. Es, de hecho, una especie de limbo desconocido y atrapado entre el paraíso que representa High Harbor (de donde proviene Lana y su familia) e Industria, una urbe organizada de forma totalitaria que en pos de los conocimientos secretos del abuelo de Lana, el profesor Briac Lao, ha secuestrado a la chica para obligar al padre a cooperar.
El consiguiente y tour por la isla es bucólico pero dura poco, porque los perseguidores de Lana, capitaneados por la insufrible Monsley, hacen su entrada en un hidroplano y atracan en la playa de la isla con maneras claramente hostiles y pistolas en ristre, en busca de la muchacha.
Es un intercambio inevitable, predecible, y muy emocionante. El simbolismo es intenso, la paradoja grande. Ambos argumentos reposan sobre una base moral indiscutible, y son expresados con una intensidad en la caracterización que sólo las obras maestras de la animación son capaces de transmitir. El trabajo de los actores Rihoko Yoshida como la voz de Monsley y de Masato Yamanouchi como la voz del abuelo es impecable, brillante, intensísimo. El abuelo, sabedor de que ambos tienen razón, opta por no discutir y decide combatir el fuego con el fuego, enfrentándose a la mujer y sus esbirros con un lanzacohetes. La cosa no acaba bien, como era de esperar, y el abuelo consigue hacer huir a los intrusos a costa de resultar herido de gravedad y causar accidentalmente que Lana tenga que salir de su escondite, siendo entonces aprehendida por Monsley y sus soldados. El episodio termina con un heroico esfuerzo de Conan por rescatar a a Lana del interior del hidroplano, con desenlace dejado en suspenso para el segundo episodio.
El conflicto está servido, y no sólo representado por el abuelo y Monsley, o por Conan e Industria. Lecturas más detenidas de otros elementos en estos primeros 25 minutos no hacen sino fortalecer una idea muy nítida de conflictos entre culturas humanas en extremos opuestos de tecnología y naturaleza. Es un conflicto que resulta inmediatamente familiar al seguidor de Ghibli, y destila la misma sensibilidad romántica que Nausicaa o Mononoke. La lucha de humano contra animal aparece también claramente detallada en lucha de Conan contra el tiburón, donde es la tecnología humana la que da la victoria a Conan (primero con una trampa preparada por el propio Conan, luego el tiburón es herido con un arpón y derrotado finalmente al estrellarse contra otro artificio humano, un tren abandonado en una via de metro sumergida). Y a la vez aparece el contrapunto de la cooperación entre humanos y animales, representado por Lana comunicándose con los pájaros.
La soberbia puesta en escena de estos conflictos se solapa con maestría con los desenlaces argumentales. La comunión entre ambos es tan cristalina que asombra por su nivel de brillantez. Y es que Conan tiene uno de los mejores primeros episodios de anime jamás realizados. Haciendo gala de animación a un nivel artístico y expresivo de primer orden, y con una puesta en escena excelente en narrativa y cinematografía, introduce sin atropello a los personajes principales y sus entornos, y establece las relaciones entre todos ellos muy claramente, dibujando el conflicto cultural entre una sociedad armamentística y tecnificada y otra bucólica y natural. Es una revelación poco pudorosa de las preocupaciones morales y temáticas del realizador principal. Y es que este trasfondo romántico del conflicto entre lo humano y lo natural es la esencia de gran parte de la producción del Studio Ghibli y del global de la obra de Hayao Miyazaki, desde Heidi hasta Ponyo en el acantilado pasando por Nausicaa del Valle del Viento y La Princesa Mononoke, y se representa en esta serie con un grado de madurez inédito hasta aquel momento en las creaciones del autor.
Luis Alis
8 comentarios:
Un apunte para comentar que esta entrada ya ha superado las 100 visitas. Gracias a todos los que habéis leído este peñazo de texto. Espero vuestras críticas e insultos.
Estupendo análisis! Me ha encantado.
Te he puesto un enlace en esta entrada de mi blog: http://ireneroga.blogspot.com/2010/03/future-boy-conan.html
Saludos :)
Pues yo gozoso de que te encante. A ver si hago más de estos. Un saludo.
donde puedo comprar la serie completa?
en lo personal, esta hermosa historia marcó mi infancia, y dentro del animé es la mejor serie para mi gusto. Muy buen análisis, gracias por compartirlo!
conan le nino de futuro:una profesia apocaliptica del futuro del japon por si no han interpretado los signos y simbolos.una obra que alcanza dimensiones humanas jamas vistas.conan encierra misterios que deben descubrirse
Briac Lao es el abuelo de Lana, no el padre.. ;)
¡Se nos coló lo de Briac como padre de Lana, muchas gracias por la corrección! Lo cambiamos enseguida.
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